Sr Buffon, al hablar del FIFA Ballon d’Or, ¿qué le pasa por la cabeza?
Es un premio importantísimo para nosotros, los jugadores, porque supone el mayor reconocimiento, el más simbólico. Es lo máximo a lo que se puede aspirar en este deporte, porque el reconocimiento global es un motivo de orgullo y hace que uno sepa que estará para siempre en las páginas de la historia del fútbol.
En 2006, usted quedó en el segundo puesto, por detrás de Fabio Cannavaro, en la votación del premio Ballon d’Or de France Football, que por aquel entonces recompensaba al mejor jugador de Europa.
¿Qué importancia tuvo aquello para usted?
Bueno, nadie recuerda el segundo puesto, y menos aún en el deporte. Me sentí orgulloso, claro, porque fue fruto de grandes sacrificios y de grandes victorias como grupo. Pero, al final, si no se gana, el segundo lugar no tiene una gran importancia. Y en aquella ocasión ganó quien más lo merecía, que era Fabio.
La única vez que un guardameta recibió el Ballon d’Or al mejor jugador de Europa fue en 1963, con Lev Yashin. ¿Por qué es tan difícil que un arquero sea premiado?
No es solo que sea difícil, sino que al final son situaciones y momentos históricos lo que acaban determinando estos premios. Yashin fue excepcional, qué duda cabe, alguien grandioso, pero creo que el hecho de proceder de un país sobre el que se sabía poco también ayuda. En aquella época, había jugadores de los que se oía hablar mucho, pero que se veía pocas veces. Y creo que todo ese misterio, al final, aumentaba la leyenda que había a su alrededor. Aunque, claro, para ganar el Balón de Oro hay que tener algo especial respecto a los demás.
¿Y qué circunstancias tendría que concurrir en nuestra época?
Hoy en día, tendría que suceder algo tremendamente excepcional: muchas veces no se premia necesariamente al mejor jugador, sino también a aquel que más ha ganado y que más determinante ha sido en esas victorias. Así, un arquero ganará el Balón de Oro cuando sea campeón del mundo, pasando cuatro veces seguidas en la tanda de penales, parándolos todos (risas). Únicamente así nadie podrá evitar premiar algo que tiene delante de sus narices. Pero hace falta que ocurra algo excepcional de verdad.
Si usted tuviese que decidir los premios del FIFA Ballon d’Or 2014, ¿qué criterios utilizaría?
En el caso del mejor jugador, a no ser que se trate de algo muy sorprendente, de una temporada particularmente convincente, en mi opinión debe ser importante también su historia, su trayectoria, sin duda alguna: el nivel de desempeño que ha mantenido siempre, si desde muy pronto fue considerado un fenómeno y ha mantenido las expectativas. Todo ese currículo conduce a una votación meritocrática.
Y, en su opinión, ¿quién va a ganar?
Probablemente, Ronaldo, porque, aunque no hubiera ganado la Liga de Campeones, hay que premiar a quien es el mejor en el momento. Ronaldo, además de tener una trayectoria espléndida y de llevar tiempo manteniendo un nivel de rendimiento alto, ha hecho algo excepcional en estos dos últimos años, y merece este reconocimiento.
Dicho esto, yo sigo pensando que, en general, el mejor de todos todavía es Messi, porque cuando está al 100%, en mi opinión, es algo sencillamente sublime. Pero no hay tantas diferencias: los dos están en un nivel muy parejo, así que basta un pequeño elemento, una pequeña bajada en el nivel de uno de los dos, para que el otro ya prevalezca. Y este año Ronaldo ha hecho algo muy lindo: increíblemente decisivo e increíblemente profesional. Se nota que tiene la mentalidad adecuada y que trabaja con los objetivos que se impone. A fin de cuentas, las personas que destacan merecidamente, gracias a su trabajo y sacrificio, tienen que ser premiadas.
Fabio Cannavaro fue el último italiano que recibió el premio al mejor del año, en 2006. ¿Qué futbolista italiano actual tiene un nivel suficiente para repetirlo?
No sabría decir si ahora mismo hay en Italia algún joven, algún pequeño fenómeno, que pueda aspirar a este tipo de trofeo en el futuro. Ahora no hay ningún italiano entre los posibles candidatos, porque venimos de un Mundial muy decepcionante y, si pensamos en los clubes, tampoco es que hayamos conseguido realmente alcanzar los objetivos de más prestigio, y hace ya algunos años que es así. Por tanto, como consecuencia, o uno se salva a través de la selección o todo eso se queda en un término medio que no permite destacar.
Como capitán, ¿hasta qué punto le pesa no tener a un compatriota entre los candidatos?
Que no haya italianos nos hace comprender también parte del momento histórico que atraviesa nuestro fútbol y la involución en la calidad técnica e individual de nuestros jugadores. Pero también es verdad que, como en cualquier ámbito de la vida, el deporte tiene sus ciclos. Y tal vez este sea uno de los puntos bajos de nuestro ciclo. Aun así, la historia de un país siempre cuenta mucho, y en el fútbol Italia siempre ha sido capaz de conjugar la técnica con la disciplina táctica. Así que, con estas bases, valiéndonos de esa cualidad, creo que conseguiremos volver a crecer dentro de poco.
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En 2006, usted quedó en el segundo puesto, por detrás de Fabio Cannavaro, en la votación del premio Ballon d’Or de France Football, que por aquel entonces recompensaba al mejor jugador de Europa.
¿Qué importancia tuvo aquello para usted?
Bueno, nadie recuerda el segundo puesto, y menos aún en el deporte. Me sentí orgulloso, claro, porque fue fruto de grandes sacrificios y de grandes victorias como grupo. Pero, al final, si no se gana, el segundo lugar no tiene una gran importancia. Y en aquella ocasión ganó quien más lo merecía, que era Fabio.
La única vez que un guardameta recibió el Ballon d’Or al mejor jugador de Europa fue en 1963, con Lev Yashin. ¿Por qué es tan difícil que un arquero sea premiado?
No es solo que sea difícil, sino que al final son situaciones y momentos históricos lo que acaban determinando estos premios. Yashin fue excepcional, qué duda cabe, alguien grandioso, pero creo que el hecho de proceder de un país sobre el que se sabía poco también ayuda. En aquella época, había jugadores de los que se oía hablar mucho, pero que se veía pocas veces. Y creo que todo ese misterio, al final, aumentaba la leyenda que había a su alrededor. Aunque, claro, para ganar el Balón de Oro hay que tener algo especial respecto a los demás.
¿Y qué circunstancias tendría que concurrir en nuestra época?
Hoy en día, tendría que suceder algo tremendamente excepcional: muchas veces no se premia necesariamente al mejor jugador, sino también a aquel que más ha ganado y que más determinante ha sido en esas victorias. Así, un arquero ganará el Balón de Oro cuando sea campeón del mundo, pasando cuatro veces seguidas en la tanda de penales, parándolos todos (risas). Únicamente así nadie podrá evitar premiar algo que tiene delante de sus narices. Pero hace falta que ocurra algo excepcional de verdad.
Si usted tuviese que decidir los premios del FIFA Ballon d’Or 2014, ¿qué criterios utilizaría?
En el caso del mejor jugador, a no ser que se trate de algo muy sorprendente, de una temporada particularmente convincente, en mi opinión debe ser importante también su historia, su trayectoria, sin duda alguna: el nivel de desempeño que ha mantenido siempre, si desde muy pronto fue considerado un fenómeno y ha mantenido las expectativas. Todo ese currículo conduce a una votación meritocrática.
Y, en su opinión, ¿quién va a ganar?
Probablemente, Ronaldo, porque, aunque no hubiera ganado la Liga de Campeones, hay que premiar a quien es el mejor en el momento. Ronaldo, además de tener una trayectoria espléndida y de llevar tiempo manteniendo un nivel de rendimiento alto, ha hecho algo excepcional en estos dos últimos años, y merece este reconocimiento.
Dicho esto, yo sigo pensando que, en general, el mejor de todos todavía es Messi, porque cuando está al 100%, en mi opinión, es algo sencillamente sublime. Pero no hay tantas diferencias: los dos están en un nivel muy parejo, así que basta un pequeño elemento, una pequeña bajada en el nivel de uno de los dos, para que el otro ya prevalezca. Y este año Ronaldo ha hecho algo muy lindo: increíblemente decisivo e increíblemente profesional. Se nota que tiene la mentalidad adecuada y que trabaja con los objetivos que se impone. A fin de cuentas, las personas que destacan merecidamente, gracias a su trabajo y sacrificio, tienen que ser premiadas.
Fabio Cannavaro fue el último italiano que recibió el premio al mejor del año, en 2006. ¿Qué futbolista italiano actual tiene un nivel suficiente para repetirlo?
No sabría decir si ahora mismo hay en Italia algún joven, algún pequeño fenómeno, que pueda aspirar a este tipo de trofeo en el futuro. Ahora no hay ningún italiano entre los posibles candidatos, porque venimos de un Mundial muy decepcionante y, si pensamos en los clubes, tampoco es que hayamos conseguido realmente alcanzar los objetivos de más prestigio, y hace ya algunos años que es así. Por tanto, como consecuencia, o uno se salva a través de la selección o todo eso se queda en un término medio que no permite destacar.
Como capitán, ¿hasta qué punto le pesa no tener a un compatriota entre los candidatos?
Que no haya italianos nos hace comprender también parte del momento histórico que atraviesa nuestro fútbol y la involución en la calidad técnica e individual de nuestros jugadores. Pero también es verdad que, como en cualquier ámbito de la vida, el deporte tiene sus ciclos. Y tal vez este sea uno de los puntos bajos de nuestro ciclo. Aun así, la historia de un país siempre cuenta mucho, y en el fútbol Italia siempre ha sido capaz de conjugar la técnica con la disciplina táctica. Así que, con estas bases, valiéndonos de esa cualidad, creo que conseguiremos volver a crecer dentro de poco.